23 agosto 2007

La pastilla de "portarse bien"

En alguna ocasión ya he comentado la insoportable falta de valores en la que estamos criando a las nuevas generaciones y el futuro tan oscuro que se nos presenta en una sociedad que ya mismo será gestionada por "niños-emperadores" por doquier.

Todos miramos a otro lado, nos lavamos las manos, es más fácil tener contento al niño antes que razonar y, llegado el caso, imponer unos límites (que el niño, por otra parte, demanda a gritos).

Resulta curioso que se estén aumentando el número de denuncias de padres a hijos maltratadores (¡!) en todas los estratos sociales salvo en el colectivo gitano (que se atreva un niño gitano a levantarle un poco la voz a una madre o al abuelo... Educar en valores fundamentales: respeto, esfuerzo,...). En el mismo estudio se determinaba que porcentualmente habían superior número de denuncias de padres a hijos adoptados, que se justificaba por la excesiva permisividad en la educación de estos padres poco preparados a unos hijos ansiadamente deseados y que en ocasiones arrastraban problemas psicosociales previos a la adopción.


Me ha parecido de gran interés el artículo de D. Iñaki Piñuel (Profesor de Psicología de la Universidad de Alcalá) y aquí lo trascribo íntegramente:

NO LO EDUQUES, DALE LA PASTILLA
Pese a quien pese, el fenómeno de la violencia en los centros educativos no hace sino aumentar en España en los últimos años. Como parte de un equipo de investigación especializado desde hace años en medir y evaluar la violencia física y psicológica en las organizaciones sociales, me he encontrado frecuentemente con las reacciones adversas de aquellos que, intentando mantener el pacto de silencio en torno a la violencia que se practica habitualmente en sus organizaciones, han pretendido 'matar al mensajero' (en este caso a los investigadores), antes que tener que tomar en serio los datos que arroja la evidencia.Así, se han sucedido duros mensajes descalificadores con ocasión de haber investigado la existencia de violencia y acoso ('mobbing') en sectores 'tabú' de nuestra sociedad: la sanidad, los profesores universitarios, los funcionarios de la Administración del Estado... Sin embargo, jamás habíamos encontrado la sensación de amenaza que han provocado en el sector educativo nuestros dos últimos estudios: 'Violencia y Acoso Escolar' (Cisneros VII) y 'Violencia contra los profesores' (Cisneros VIII). Y es que, si bien es verdad que en general la violencia en nuestros grupos sociales permanece clandestina y silenciada, la revelación de su existencia en el entorno educativo parece haber tocado y amenazado la 'clave de bóveda' de todo el sistema educativo. Dicha 'clave' nos permite comprender el despliegue y expansión de esos fenómenos violentos a los demás órdenes sociales.Son así nuestros niños más pe-queños, los alumnos de Primaria, los que primero deben aprender a desenvolverse en un entorno escolar psicosocialmente tóxico en el que impera la impunidad de la violencia entre iguales y la ley del más fuerte. El resultado de años de exposición a esta atmósfera educativa nociva configurará a unos niños, los más dañados, como futuras víctimas, más vulnerables a otros fenómenos de victimización en la vida adulta como son el maltrato doméstico o el acoso laboral. A otros niños, los que salen reforzados debido a la impunidad de sus comportamientos de violencia y acoso, los años escolares les habrán servido para especializarse en el arte de dominar, subyugar y reducir a sus iguales. Es así como nuestra escuela actual es capaz de configurar personalidades violentas, especializadas en acosar y en amilanar a aquellos que les resulten amenazantes o simplemente que les estorben en su escalada social y profesional. El caldo de cultivo de este fenómeno es la escolarización durante años en medio de la anomia educativa y de una atmósfera de impunidad (ante la violencia no pasa nada) que los habrá transformado en verdaderos psicópatas funcionales para los que no hay más norma que ellos mismos y sus deseos y ambiciones crecientes de poder y notoriedad social.El estudio recién presentado Cisneros VIII 'Violencia contra profesores' revela una realidad tóxica diaria para más de cien mil profesores víctimas de actos violentos en los centros públicos. Tres de cada cuatro apuntan a los alumnos ,y uno de cada tres, a padres de alumnos, como autores de los actos violentos.En un 90% de los 237 centros públicos que han participado en el estudio, los profesores reconocen la existencia de actos violentos con mayor o menor frecuencia. Un 57% de los profesores señalan haber sido testigos de actos violentos contra otros profesores. Con todo, los grupos de profesores más expuestos a la violencia presentan índices graves de estrés postraumático, depresión y ansiedad. El riesgo de suicidio de los más expuestos a la violencia se multiplica por diez y la tasa de abandono profesional alcanza a uno de cada tres. Toda una realidad de un entorno laboral psicosocialmente tóxico que alcanza sus mayores cotas en los centros de Secundaria, 'territorio comanche' de la violencia contra los profesores.Querer presentar la violencia contra los profesores como un mero conflicto individual entre profesor-alumno o profesor-padre es falsear la realidad y desconocer lo que ocurre en verdad en los centros educativos en materia de vandalismo, amenazas, chantajes, coacciones, intimidación, insultos, vejaciones, agresiones, etcétera. La violencia contra los profesores no puede entenderse como un mero conflicto entre partes enfrentadas. Por ello, la interposición de mediadores es tan buen remedio para la contención de la violencia como la recomendación de seguir la 'dieta mediterránea'.La violencia en las aulas hace referencia a un fenómeno que se quiere ocultar pero que los mismos profesores afectados desvelan como la causa fundamental de sus males: el abandono de la tarea educativa por parte de las familias. Es un hecho que para muchos padres de hoy en día tener un hijo no pasa de ser una nueva especie de 'commodity'. Un bien de lujo que no se adquiere de la misma manera que otros bienes, pero que finalmente viene a ser conceptualizado de la misma manera que otras cosas que compramos y de las que pronto nos aburrimos, hastiados. No resulta extraño que muchos padres estén de manera muy temprana cansados o aburridos de unos hijos a los que hace tiempo han dejado de prestar atención, encargándoselos a cuidadoras, canguros, abuelas, etcétera, utilizando para ello muchos y variados pretextos. Si los padres no los establecen, los pequeños terminan por no conocer límites a sus deseos o caprichos y los adolescentes quedan huérfanos en una etapa madurativa crucial de la introyección de la norma social de convivencia y respeto.Es así como después se produce ese choque de trenes en las aulas, con los profesores como víctimas de la violencia de unos adolescentes anómicos (sin normas) que necesitan un padre sustitutivo contra el que oponerse para crecer, o de la violencia de los padres de niños pequeños, convertidos en intocables mascotas que llegan hasta la agresión verbal o física cuestionando sistemáticamente las decisiones del educador.Para completar este desolador panorama del abandono educativo por los padres, una sociedad moralmente corrupta ha optado por inventar nuevos síndromes para bordear la realidad y mirar a otro lado ante la absoluta necesidad de la especie humana de socializar a los jóvenes desde la familia. Con creciente facilidad se extiende una misteriosa epidemia de niños y jóvenes diagnosticados como hiperactivos o deficitarios en atención que de repente son millones. ¿Y no nos habíamos dado cuenta!Una cómoda victimización se-cundaria que convierte al niño abandonado por sus padres en un niño con presuntos déficits o patologías hiperactivas, cuya solución, por supuesto más fácil que tomar el toro por los cuernos, es administrarle ya durante años o de por vida la pastilla que lo recupere para la sociedad y la educación. A los niños dejados de la labor educativa de sus padres es mejor diagnosticarlos como patologías y después darles la pastilla. La pastilla de 'portarse bien'.

Wild Boys (Duran Duran)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues que quieres que te diga, comienzo a estar un poco cansado de todos estos científicos, catedráticos, filósofos,etc,etc, que continuamente se dedican a mostrarnos con estudios descriptivos lo que creo que todos tenemos claro aunque nos empeñemos en seguir con la venda en los ojos y el mp3 a tope en los oidos.En este caso en particular, lo que deberían hacer,ya que son tan listos, es proponer las medidas que ellos, tan sabiamente, creen que debemos tomar unos padres que nos enfrentamos cada dia a una sociedad que avanza a un ritmo endemoniado, con unos valores basados en el capitalismo y en el consumismo casi sin tiempo para la familia y en la que vivir es cada vez mas difícil ya que simplemente para acceder a una vivienda digna la mayoría se tiene que dejar una gran parte de su sueldo. Que dicen que los padres no educamos a nuestros hijos, que nos aburren,... eso será a unos pocos (y seguro que ricos) y si los dejamos en guarderías es como el caso de una señora que conozco, que para poder vivir necesita ir a un trabajo de 8 am a 8 pm porque si no no saca ni para el alquiler con la mierd.. de sueldo que le pagan y deja a su hijo en la guardería a la que acude al mediodia escapada del trabajo para verlo un rato. Hombre este es un caso extremo pero gráfico de lo que ocurre y que no me vengan estos con sus estudios, que el poco tiempo libre del que disponemos se lo dedicamos casi por entero a nuestros hijos eso si sin maleducar, que todos los caprichitos tampoco.
PD me desvinculo progresivamente de lo que opina este señor.. jajaja. Un saludo.

Maladroit dijo...

Epi! que alegría q me dejes un comentario por este humilde blog.
y no te desvincules, ni siquiera progresivamente (ja,ja,ja)

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