03 diciembre 2008

Verdades como puños

Viene de aquí. De lo mejor y más radical y acertado que he leido en tiempo. Para pensar un poco aquí os dejo este artículo directo al estómago:




"Libera el individualista que hay en tí" dice un anuncio reciente de esos lujosos todoterrenos que sólo pisan asfalto urbano. La propuesta publicitaria en este sentido es clara, se observa en multitud de anuncios; Los de alimentos funcionales te indican que "para que te sientas bien contigo mismo...", los de belleza insisten en que lo importante es que te gustes a ti, en los de coches se apela a que te guste conducir, y el perfume de Hugo Boss te sugiere: "don’t imitate, innovate".
Pero poca innovación hay aquí, la vía interior, personal, como solución a todos los problemas, no es nueva. Eso sí, nunca había estado tan presente como hoy. El "sólo se tú mismo", moraleja de tantas y tantas series y películas estadounidenses triunfa. "La clave está en ti", repiten una y otra vez las iglesias evangelistas, los centros de adelgazamiento y, por supuesto, los anuncios de la Campaña de prevención de la drogadicción. Los anuncios de bebidas alcohólicas te insinúan veladamente que el producto te suelta, te lanza a la conquista de esa chica, te ayuda a hacer amigos. Pero el texto del lateral lo dice bien claro: "Es tu responsabilidad".
¿A quién le extraña que las academias de Yoga estén a rebosar? En plena crisis de identidad, Occidente busca el equilibrio en la vía interior, los ajustes de energías, la liberación de tensiones externas. "Si te encuentras muy mal, tienes que devolver la comida, así te purificas", decía un seguidor del naturismo más radical. Desde que el pensamiento moderno hizo hincapié en el individuo, nunca se había ignorado tanto lo social.
Sin embargo la cuestión va más allá, cada vez más personas se ven engullidas por algo que parece incontrolable y que se ha denominado genéricamente depresión. Como no podía ser de otro modo, las causas de las depresiones se buscan exclusivamente en los propios individuos, sin hacer un cuestionamiento de cómo la sociedad está articulada de manera que se facilita que las personas se sientan mal consigo mismas: para poder vendernos productos de belleza, la publicidad nos hace sentir feos, para poder crearnos una identidad propia vemos necesario consumir marcas, y creemos que para tener éxito social es imprescindible tener un trabajo con el que se gane mucho dinero.
Pero consumir no nos hace más guapos, ni llevar marcas nos crea una identidad con la que nos sintamos realizados, ni ganar mucho dinero nos conduce al éxito. Así que nos sentimos mal y tratamos de buscar soluciones a nuestros males, pero en vez de hacer un análisis colectivo, las soluciones que se plantean son individuales, y cada vez más personas tratan de curar esta enfermedad social a base de pastillas tomadas individualmente.
La idea de individuo en manos de las multinacionales del sobreconsumo no es la del individuo libre, crítico, razonable (razón del sentido común moderno, que eso si es colectivo), sino del individuo que cuando tiene un problema laboral va al psicólogo, no al sindicato; que como no tiene tiempo para sí, pide comida de ínfima calidad para que se la traigan a casa en una moto; que busca compañía a miles de kilómetros a través del chat (pero no es capaz de hablarle a la cara a algún familiar al que quiere); que juega horas contra la playstation; que recibió unos pastelitos en su cumpleaños por ser el cliente M3-3456 de un gran almacén; que se pone los cascos en el metro para no escuchar, que este año, por comodidad, para sus vacaciones contrató un servicio de asesoramiento turístico, que en el SPA elige el jacuzzi más apartado y toma al medio día un actimel en pack individual; que aunque tiene pareja se siente solo.
Ese individuo, cuando mira hacia dentro no ve nada: el superyo ya no existe y el ego, encima, ahora te lo patrocina Movistar.


Cambalache (Carlos Gardel)

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