Extraido del gran José A. de mimesacojea (una vez más te has salido macho).
Me sumo a una que se hace llamar "melonera" que escribe lo siguiente:
"Impresionante entrada. Eres la hostia, por ser fina. Mis reverencias.Esta entrada tuya también quisiera dedicarla a:
- Encarna Sánchez, azote de los inmorales y azotadora íntima de folklóricas.
- Eliot Spitzer, gobernador de Nueva York, de día azote de la prostitución y de noche azotador de prostitutas a mil euros la hora.
-Rodrigo de Santos, el concejal del PP de Mallorca, casado, 5 hijos, del Opus, que se encaprichó con un chapero y se gastó de las arcas municipales 50.000 euros.
-A todos aquellos, muertos o vivos, que predican una cosa y practican la contraria, torturando al tiempo al prójimo (familia, feligreses, ciudadanos, compañeros de trabajo...), con su intolerancia. Que os jodan, vivos o muertos. Amén.
Fdo.: melonera"
Aquí va el post íntegro, no tiene desperdicio:
Hace unas semanas murió Jörg Haider, líder del partido austriaco de extrema derecha “Alianza para el Futuro”. Y hace unos días se ha desvelado que Haider llevaba una doble vida; a pesar de estar casado, era homosexual y mantenía una relación secreta con el número 2 de su partido, su más inseparable colaborador. Para Haider apenas había diferencia entre hacerse una paja o follarse a su amante, ya que en ambos casos acababa corriéndose en su mano derecha.
Que Haider fuese gay ha supuesto un impacto brutal en la sociedad austriaca. Es como si en España se descubre que Ramón García fuma crack o que Ramoncín se baja discos del Emule.
Ahora sabemos que Haider y su amiguito estuvieron en un bar de ambiente horas antes de la muerte del primero. Allí, según testigos, tuvieron una gran bronca “como de pareja”. Luego, el líder ultraderechista, en estado de ultraembriaguez, tomó el coche y -oh, lágrimas, que empañáis la carretera- acabó chocándose contra un poste de granito. Haider, en definitiva, quiso morir como había vivido: comiéndose un poste. ¿Cómo no supimos verlo?
La homosexualidad de Haider despeja muchas de las grandes incógnitas de su vida. Por ejemplo, su obsesivo interés por los hombres que militaron en las SS. De esos hombres Haider llegó a decir que “sólo cumplían su trabajo”, y que Austria "debía honrarles". Ya, claro.
Haider, por supuesto, consideraba la homosexualidad una aberración. Quizá llegó a esa conclusión después de que un negro se lo follara toda la noche, en cuyo caso probablemente hasta el más liberal de nosotros acabaría pensando lo mismo. La diferencia es que Haider volvía noche tras noche a por más, y su dilatación crecía al mismo ritmo que su conservador electorado. Qué ingenuos fuimos creyendo ver el paso de la oca en lo que no era sino un escozor anal crónico.
Que Haider fuese gay ha supuesto un impacto brutal en la sociedad austriaca. Es como si en España se descubre que Ramón García fuma crack o que Ramoncín se baja discos del Emule.
Ahora sabemos que Haider y su amiguito estuvieron en un bar de ambiente horas antes de la muerte del primero. Allí, según testigos, tuvieron una gran bronca “como de pareja”. Luego, el líder ultraderechista, en estado de ultraembriaguez, tomó el coche y -oh, lágrimas, que empañáis la carretera- acabó chocándose contra un poste de granito. Haider, en definitiva, quiso morir como había vivido: comiéndose un poste. ¿Cómo no supimos verlo?
La homosexualidad de Haider despeja muchas de las grandes incógnitas de su vida. Por ejemplo, su obsesivo interés por los hombres que militaron en las SS. De esos hombres Haider llegó a decir que “sólo cumplían su trabajo”, y que Austria "debía honrarles". Ya, claro.
Haider, por supuesto, consideraba la homosexualidad una aberración. Quizá llegó a esa conclusión después de que un negro se lo follara toda la noche, en cuyo caso probablemente hasta el más liberal de nosotros acabaría pensando lo mismo. La diferencia es que Haider volvía noche tras noche a por más, y su dilatación crecía al mismo ritmo que su conservador electorado. Qué ingenuos fuimos creyendo ver el paso de la oca en lo que no era sino un escozor anal crónico.
Todos sabemos que la política está llena de cínicos y que la derecha más reaccionaria es un reducto de acomplejados, pero, de un tiempo a esta parte, la posmodernidad está llevando las cosas a un extremo absurdo. Llamadme intolerante, pero estoy seguro de que no se puede generar una raza aria a base de penetraciones anales. No se puede defender la familia tradicional media hora después de correrte en la boca de tu secretario general.
Si la posmodernidad sigue destruyendo prejuicios a este ritmo, acabaremos escuchando cosas como: “Muchos de mis mejores amigos son gays de extrema derecha.”
Será que no tengo alma, pero me alegro de que Haider se comiera ese último poste. Seguro que, en el infierno, miles de SS han apretado bien el culo.
Por Jose A. Pérez
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